jueves, 26 de mayo de 2016

IDEAL.ES

EL DUELO ENTRE HERMANOS PARA CAYETANO

  • Tarde redonda del menor de los Rivera, que cortó un total de cuatro orejas y dejó constancia de su clase

Francisco y Cayetano tienen los mismos apellidos y el mismo peso de la gloria de grandes mitos del toreo como Luis Miguel Dominguín, su tío abuelo, Antonio Ordóñez, su abuelo, y Francisco Rivera ‘Paquirri’, su padre. Sangre ilustre del toreo la que corre por sus venas, inoculada en sus cuerpos por la vía de la afición, que no del contagio maléfico. Ellos, Francisco y Cayetano, son herederos directos de unas tauromaquias dispares, pero todas ilustres. Y herederos también de valores que siguen vigentes en la actualidad porque son eternos y no están sujetos a los vaivenes de las épocas. Pero Francisco y Cayetano, aunque con afinidades claramente constatables, responden a conceptos artísticos diferentes. Uno, Francisco, sustancia la raza y la gallardía. El otro, Cayetano, el arte en su más pura esencia. Por eso y por lo que suponía ver enfrentados a los dos Rivera Ordóñez en un mano a mano que no tenía más precedente que el protagonizado por ambos en Ronda el día de la alternativa de Cayetano, el festejo que inauguró el abono del serial granadino tenía indudable interés. El Rivera contra Rivera prometía emociones fuertes y una rivalidad por encima del parentesco y lo cierto es que en este caso se cumplieron los augurios, aunque con algunos matices y ciertas desigualdades favor del menor de los hermanos, el más favorecido sin duda por el sorteo de los astados.
Jueces de este enfrentamiento tan amistoso como apasionado fueron los toros de Fernando Sampedro, que contra lo que algunos pensaban acudieron a la cita con todos los pronunciamientos favorables que una corrida de esta naturaleza demandaba. Muy en tipo todos los lidiados, de bonita lámina y, además, de impecable presentación en cuanto a seriedad y cuajo. Nada que objetar, por tanto, al encierro de la ganadería sevillana, que además cumplió en ese otro apartado, siempre imprevisible, de la bravura encastada, con varios toros de nota que hicieron más meritorias las faenas realizadas por los dos hermanos.
Francisco Rivera ‘Paquirri’ demostró desde el mismo momento que irrumpió en la arena el primer toro que no estaba por la labor de dejarse ganar la pelea. Dos largas cambiadas en el recibo capotero, lances a la verónica con gusto y cadencia y, después, disposición y recursos para, muleta en mano, darle la oportuna réplica a un oponente tardo, distraído y de escaso celo. No fue precisamente un regalo el toro que abrió plaza, al que pudo haberle cortado una oreja ‘Paquirri’ de no haber necesitado de dos pinchazos, estocada entera y cuatro descabellos para despenarlo.

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